miércoles, 5 de septiembre de 2007

Mentes en blanco


“Una casualidad no es, ni puede ser, más que la causa ignorada de un efecto desconocido.” (Voltaire)


El director Simon Brand nos presenta una cinta de suspenso que tiene como línea básica una idea sencilla: “cinco hombres, que han perdido la memoria, se ven envueltos en una situación de secuestro, sin saber quién es el secuestrador y quien el secuestrado”, que da pie a un espectáculo de ansiedad, desconfianza y espera de lo desconocido.

No es una casualidad que cinco hombres, sin supuesta relación, se encuentren encerrados en una bodega. El lugar está desolado… y lo único que tienen frente a ellos son los efectos de un suceso desconocido: aparentes marcas de una fuerte disputa y una pista sobre un secuestro millonario. ¿Quién es quién?

La intriga crece cuando las piezas de la historia comienzan a develarse, pero sin aparente concordancia. Cada uno deberá confiar en su instinto para reconocer quién es y de qué lado del pretendido secuestro se encuentra. Por supuesto que cada uno se remite a “la bondad natural de su ser”, por lo que alguno de los otros es responsable de este desastre.

No hay mucho más que añadir a esta trama, sino un inesperado final que levanta la película, puesto que desde un principio se sospecha que hay una trampa en todo lo que el espectador ve... La causa ignorada resulta ser aquéllo que somos, pero que ninguno se imaginaba.

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