martes, 12 de febrero de 2008

The Bucket List: ¿esperanza antes de partir?

“La desesperanza está fundada en lo que sabemos, que es nada, y la esperanza sobre lo que ignoramos, que es todo.”
(Maurice Maeterlinck)


La cínica y sarcástica personalidad de Jack Nicholson y el amable talento de Morgan Freeman se combinan para dar forma a una “tragi-comedia” llena de sentido.

Un mecánico de clase obrera, Carther Chambers, y un rico empresario, Edward Cole, se conocen en la peor de las situaciones: confinados en un cuarto de hospital, con poca esperanza de superar el cáncer que los aqueja.
Ambos hombres se ven devastados al saber que están entre la vida y la muerte, sin darse cuenta de que esto se convertirá en el principio de una gran aventura.
En la plenitud de la vida y con poco tiempo, Edward y Carther – completos desconocidos hasta entonces – integran un dueto para viajar por el mundo y hacer valer una lista de deseos, antes de partir al otro mundo.
Ambos dejarán sus más preciados “motivos” de vida: compromisos familiares, responsabilidades, negocios, convicciones, estándares sociales, estabilidad, entre otras cosas, para aprovechar su tiempo en aquello que siempre han anhelado… aunque lo que realmente están por encontrar, ninguno de los dos lo hubiera imaginado.

Aunque la cinta es predecible en muchas de sus partes y la historia pudiera pasar de lo melancólico a lo cursi, la trama se entreteje con hilos de pillería, sarcasmo y sentimentalismo, lo que le da a la película un tono completamente agridulce.
Más allá de los defectos cinematográficos que pudieran encontrársele a este filme (para algunos críticos, muchos), hay que resaltar la humanidad del argumento: la inmortal esperanza de encontrar la felicidad; fundamento en el que todos, conciente o inconcientemente, basamos nuestras acciones diarias.


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